Mientras Estados Unidos y China circulan con robotaxis en sus calles, Europa continúa atrapada en un entramado normativo que ralentiza el avance de la conducción autónoma. A pesar de que el continente cuenta con capacidad tecnológica y fabricantes de primer nivel, la fragmentación de las leyes nacionales impide una adopción a gran escala.
El reto regulatorio europeo
La Unión Europea mantiene su filosofía de “seguridad primero”, lo que se traduce en procesos largos para aprobar pruebas y homologaciones. Cada país impone sus propias condiciones, complicando la creación de un marco común que permita a las empresas desplegar sus flotas. Mientras tanto, lugares como California o Shenzhen llevan años realizando ensayos sin las mismas restricciones.
China y Estados Unidos toman la delantera
En China, más del 60% de los coches nuevos ya incorporan sistemas de conducción autónoma de nivel 2. Empresas como WeRide, Pony AI y Apollo Go expanden su presencia bajo el apoyo del Estado. En Estados Unidos, Waymo y Tesla avanzan con proyectos que ya transportan pasajeros en ciudades clave, y la promesa de alcanzar un millón de robotaxis es cada vez más real.
La lenta reacción europea
Volkswagen prepara su ID. Buzz AD a través de Moia para 2026, con despliegues previstos en Europa y Estados Unidos. Ursula von der Leyen ha propuesto una red de ciudades piloto para probar esta tecnología, y decenas de alcaldes ya han mostrado interés. Sin embargo, los analistas advierten que la adopción masiva podría no llegar antes de 2030 o incluso 2040.

Las tecnológicas chinas desembarcan en el continente
Empresas chinas bloqueadas en Estados Unidos buscan nuevos horizontes en Europa. QCraft abrirá sede en Alemania, Momenta colabora con Uber en Múnich, y Deeproute.ai negocia establecer un centro de datos en la región. Este movimiento genera inquietud entre los fabricantes europeos, que reclaman medidas de apoyo para competir en igualdad de condiciones.
Europa: Un mercado entre la apertura y la cautela
La Unión Europea intenta equilibrar la innovación con la protección de datos. Las leyes sobre inteligencia artificial y privacidad son estrictas, pero no excluyen la participación extranjera. Mientras algunos directivos europeos abogan por un mercado más abierto, otros piden más control estatal para proteger los intereses locales y la soberanía tecnológica.
Perspectivas a corto y medio plazo en Europa
La Comisión Europea trabaja para armonizar las regulaciones y facilitar las pruebas de conducción autónoma. Sin embargo, solo Alemania y Reino Unido permiten ensayos más allá del nivel 2, lo que limita el progreso. El futuro dependerá de si Europa logra encontrar el equilibrio entre seguridad y competitividad antes de que el resto del mundo la deje definitivamente atrás.
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