Muscle car eléctrico en peligro por bajas ventas y alto costo
En 2024, Dodge sorprendió al mercado con la nueva generación del Charger, convirtiéndolo en el único muscle car eléctrico disponible. Esta decisión marcó un cambio audaz para la marca, que optó por motores de 496 y 680 caballos. Sin embargo, la respuesta del público no ha sido la esperada y su futuro parece tambalearse.
Una batería demasiado costosa
Uno de los principales errores de Dodge ha sido apostar por una batería de 100,5 kWh para ambos modelos. Esta elección elevó significativamente el precio de partida del muscle car eléctrico, fijado en 62.000 dólares. A pesar de su rendimiento, el costo sigue siendo una barrera que muchos compradores no están dispuestos a superar.

Solo sobrevivirá la versión más potente
A partir de 2026, Dodge dejará de fabricar la versión R/T de 496 caballos. El fabricante planea mantener únicamente el modelo Scat Pack de 680 caballos, que también tendrá una nueva carrocería de cinco puertas. Esta decisión busca salvar el muscle car con un enfoque más atractivo y práctico.
Un nuevo obstáculo en el camino para muscle car eléctrico
La reciente imposición de un arancel del 25% a los vehículos fabricados en Canadá ha complicado aún más el panorama. Como el Charger se produce en ese país, su precio subirá más, reduciendo aún más sus oportunidades en el mercado estadounidense.
¿Tiene futuro el muscle car eléctrico?
Dodge espera que las mejoras en diseño y equipamiento logren revertir la situación. Aun así, las cifras actuales muestran un mercado que no ha aceptado con entusiasmo este muscle car. Si las ventas no repuntan pronto, su continuidad seguirá en duda. La apuesta por la electrificación de un ícono automotriz como el Charger debía representar un paso hacia el futuro, pero hasta ahora ha sido una jugada riesgosa. La presión por competir con modelos más accesibles, como el Mustang de motor térmico, ha puesto a la marca en una posición compleja.
Además, el contexto político y económico internacional no ayuda, con normativas arancelarias que podrían encarecer aún más su producción y limitar su competitividad. En este escenario, Dodge enfrenta el reto de redefinir su estrategia si quiere evitar que este muscle car eléctrico se convierta en un experimento fallido más del mercado automotriz moderno.
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