Toyota, Ford, VW o GM reconocen fuertes pérdidas; la japonesa encabeza la lista con un coste previsto de más de 8.000 millones este año. El sector teme un viraje del mercado estadounidense hacia coches más pequeños y baratos. La escalada arancelaria impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya está dejando un severo impacto en la industria del automóvil global. Lo que comenzó como un pulso con potencias económicas como Japón o la Unión Europea se ha transformado en un lastre de miles de millones para fabricantes de todo el mundo, incluidas las históricas compañías de Detroit.
Las grandes multinacionales del motor –General Motors, Ford, Volkswagen, Toyota, Stellantis, entre otras– han puesto cifras a un golpe que ya roza los 20.000 millones de euros. El cálculo aún es preliminar, ya que Washington mantiene negociaciones abiertas con China y otros países tras imponer recargos del 25% a los vehículos no fabricados en EE. UU. y gravámenes adicionales sobre materias primas como el acero y el aluminio.
Toyota, la más golpeada
El fabricante japonés es el que, hasta ahora, ha reconocido la mayor factura. Toyota prevé que sus beneficios anuales se reduzcan en 8.200 millones de euros por el efecto de los aranceles. Solo en el primer trimestre, el impacto superó los 2.600 millones.
La compañía ha admitido que sus ventas en el mercado norteamericano se resentirán, aunque intentará compensarlo con mayor actividad en otros países, ajustes en la cadena de producción y mejoras de eficiencia junto a proveedores y distribuidores.

Europa, entre el alivio y la incertidumbre
El pacto arancelario entre Bruselas y Washington –que fijó un tipo único del 15% para la mayoría de exportaciones de la UE, incluidos los automóviles– dio un respiro a las marcas europeas. Aun así, el golpe ya es evidente.
Volkswagen reconoció pérdidas de 1.300 millones de euros en la primera mitad del año por la política comercial de Trump, mientras Audi, que no produce en EE. UU., sufrió 600 millones solo en el mismo periodo y estudia abrir una planta en el país.
Mercedes y BMW también cifraron el daño en más de 1.000 millones de euros cada una, aunque su balance final dependerá de cómo se apliquen los nuevos acuerdos.
Tata y Stellantis, doblemente expuestas
La india Tata Motors, propietaria de Jaguar Land Rover, ha visto hundirse su beneficio trimestral más de un 60% tras los aranceles adicionales a su país.
Stellantis –matriz de Peugeot, Citroën, Fiat, Chrysler y Jeep– perdió 2.300 millones de euros en el primer semestre, con una caída del 25% en sus ventas en Norteamérica. El grupo, además, atraviesa un proceso de reorganización tras el relevo de su consejero delegado.
Las automotrices de Detroit también sufren
Lejos de ser las grandes beneficiadas, las firmas estadounidenses también se resienten. General Motors calcula que los aranceles restarán más de 4.000 millones de dólares a sus resultados de 2025. Ford, por su parte, estima un impacto de 3.000 millones de dólares, principalmente por el encarecimiento del acero y el aluminio.
La compañía del óvalo azul ya ha anunciado un giro en su estrategia: pausará la producción de camionetas eléctricas de gran tamaño para enfocarse en modelos más pequeños y asequibles, ante un cambio en las preferencias del consumidor estadounidense.
El futuro: más presión sobre los chips
El último movimiento de Trump apunta a los semiconductores: amenaza con imponer aranceles del 100% a las empresas que no produzcan en suelo estadounidense. Para el sector automovilístico, que depende cada vez más de estos componentes, la medida es un arma de doble filo: encarecería los costes, pero también incentivaría la producción local, alineándose con la estrategia de la Casa Blanca de reforzar la industria nacional.
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