Ford Fiesta 957: Baja compresión y desarrollos largos

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Tras los efectos de la Crisis del Petróleo, Ford presentó la versión básica del popular Fiesta, fabricada en la factoría levantina de Almussafes. En este contexto, el ahorro de combustible y la economía en el precio se convirtieron en cualidades esenciales para la democratización del automóvil. Modelos como el Ford Fiesta desempeñaron un papel crucial en este sentido, acercando el transporte privado a las clases populares.

La primera razón para la economía del Ford fiesta

En 1973, la Crisis del Petróleo marcó un momento disruptivo en la historia del transporte debido a la escasez y carestía de combustibles fósiles en Occidente. Los fabricantes, conscientes de la necesidad de desarrollar modelos populares y eficientes, tomaron medidas para crear vehículos económicos en su consumo. El Ford Fiesta fue una respuesta a esta necesidad, diseñado para ser económico tanto en su fabricación como en su uso.

Ford

El papel de la geografía

Ford eligió el sur de Europa para desarrollar el Fiesta, inaugurando una factoría en Almussafes, España. La administración estatal facilitó la inversión, lo que permitió a Ford lanzar el Fiesta en 1976 como un vehículo popular para mercados en desarrollo y como un segundo coche urbano en mercados consolidados. Las motorizaciones del Fiesta incluían cilindradas modestas, desde 957 cc hasta 1,298 cc.

Ford Fiesta 957 baja compresión

El Ford Fiesta 957, una versión de baja compresión, destacó por su economía. Diseñado para funcionar con gasolina de 90 octanos, este modelo rendía alrededor de 40 CV con un consumo medio de poco más de 6.5 litros por cada 100 kilómetros. La caja de cambios, con marchas especialmente largas, permitía una conducción tranquila y un mayor ahorro de combustible. Aunque la conducción requería prever con tiempo los adelantamientos, este enfoque acentuaba el ahorro, objetivo principal del Fiesta 957.

En resumen, el Ford Fiesta 957 Baja Compresión se convirtió en uno de los vehículos más ahorrativos de su época, logrando ser el coche más vendido en España en 1979 y 1980. Un ejemplo claro de cómo Ford respondió a las necesidades de ahorro de combustible y economía durante un periodo de crisis energética, consolidando su posición en el mercado automovilístico.

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