Una ofensiva en toda regla: más que coches, una declaración
El Salón del Automóvil de Shanghai 2025 no fue simplemente una muestra de novedades tecnológicas o modelos conceptuales. Fue, más bien, el escenario donde una marca decidió transformar un evento en una afirmación geopolítica. Porque BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío. Con más de 70 fabricantes presentes, la compañía china no presentó productos, sino un manifiesto industrial.
A diferencia de sus competidores, el pabellón de BYD no era un stand, sino un teatro de operaciones estratégicas. Bajo su paraguas estaban presentes BYD, Yangwang y Denza, tres firmas con orientaciones distintas pero con una misma dirección. La coordinación entre ellas no era casual: era simbólica. Cada modelo lanzado no se interpretaba como una opción, sino como una amenaza directa a segmentos dominados históricamente por marcas occidentales.

Tecnologías que redefinen el estándar del mercado
El lanzamiento simultáneo de cinco modelos de la serie Ocean ilustró la ambición global de BYD. Todos ellos eléctricos o híbridos, cada uno incorporó innovaciones que los posicionan por encima del rango de precio que ostentan. Una vez más, BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío. El Sealion 06, por ejemplo, llega con un diseño atlético, tecnología de asistencia avanzada y recarga ultrarrápida. Su precio, inferior a los 20.000 dólares, representa una disrupción severa para los fabricantes tradicionales.
Incluso sus modelos históricos, como la serie L, fueron renovados con elementos dignos del segmento premium: suspensiones adaptativas, conectividad total y sistemas autónomos nivel 2+. BYD ya no es la marca del “milagro chino”. Hoy, es la referencia.
Denza: la vanguardia del lujo funcional
Cuando se trata de conquistar el imaginario premium, Denza lidera la carga. Esta submarca, ahora totalmente bajo el control de BYD, presentó en Shanghái modelos que apuestan más por la percepción que por el volumen. El Denza Z es un claro ejemplo. Coupé eléctrico de dos puertas, con dirección por cable, volante plegable y suspensión magnética inteligente. Una obra de arte en movimiento. No por nada, BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío.
La gama se completa con el N7, el N9 y el sorprendente D9, un monovolumen de lujo que se aproxima más a un jet privado que a un coche familiar. Con butacas traseras masajeadoras, pantallas individuales y un aislamiento acústico ejemplar, este vehículo redefine la movilidad ejecutiva.
Yangwang: reinterpretar el lujo desde China
Yangwang, la marca ultralujosa de BYD, apunta a lo más alto: competir contra Rolls-Royce o Maybach sin imitarlos. Lo hace desde una identidad profundamente china. El YangWang U8L, con 5,4 metros de largo y detalles en oro de 24 quilates, encarna el nuevo lujo ceremonial. Su portón trasero dividido y su interior inspirado en caligrafía tradicional china son un canto al diseño simbólico. Es claro que BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío.
A su lado, el Yangwang U9, superdeportivo de más de 1.000 caballos, confirma que incluso el territorio emocional y aspiracional del automóvil puede ser colonizado por la ingeniería china. Un vehículo que no solo se conduce, sino que literalmente salta.
La arquitectura de una conquista global
Lo más impresionante no es cada modelo por separado, sino la arquitectura detrás de todo esto. BYD controla su cadena de valor verticalmente: desde las baterías y motores hasta los chips y el software. Esta autonomía le permite iterar más rápido, reducir costes y dominar el tiempo de mercado. Y por eso, BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío.
En un contexto donde Tesla estuvo ausente y Europa se esfuerza por parecer local, BYD desplegó una narrativa coherente, tecnológica y profundamente ambiciosa. No solo quiere participar en el mercado global: quiere redibujarlo.
El tablero ya no es el mismo
En los tres primeros meses de 2025, BYD vendió más de un millón de vehículos electrificados. Ha superado a Tesla en distribución global y triplicado ventas en Europa, pese a la presión arancelaria. Incluso ha anunciado su intención de entrar en el competitivo mercado japonés de los kei cars, dominado históricamente por fabricantes locales.
En efecto, BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío. Su despliegue en Shanghái no fue un ejercicio comercial, sino una demostración de fuerza cultural, tecnológica y política.
El tablero de juego ha cambiado
Europa observa, Estados Unidos se blinda y Japón se prepara. Mientras tanto, BYD sigue avanzando. Lo hace con marcas alineadas, productos disruptivos y una visión sin fisuras. No declara su poder: lo demuestra. Y si nada lo detiene, terminará no solo moviendo las piezas, sino controlando el tablero completo.
Porque ya no se trata de competir.
BYD no fue al Salón del Automóvil de Shanghai a enseñar coches. Fue a exhibir poderío.
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